Juan está casado y tiene hijos ya mayores. Trabaja en la construcción y lleva una vida normalizada. Sin embargo, un día, empieza a sufrir cambios en su comportamiento y a percibir la realidad de manera diferente.
Aún no sabe que sufre esquizofrenia, pero la enfermedad le está trastornando y hace difícil la convivencia. Deja el trabajo y su mujer le abandona. Empieza a vivir con su hermano pero, la enfermedad todavía desconocida, enturbia su relación y acaba viviendo en la calle.
Juan, al igual que muchas personas que viven en la calle, tiene una enfermedad mental no diagnosticada y por tanto, no recibe tratamiento. La esquizofrenia es un trastorno mental grave que a escala mundial afecta a 1 de cada 300 personas. Es habitual que las personas que padecen esquizofrenia sean víctimas de estigma y discriminación.
Juan deambula por Madrid y se obsesiona con volver a ver a su hijo, que vive en Gandia. Sigue durmiendo en la calle, aunque busca espacios seguros como la puerta de urgencias del hospital.
Conocemos a Juan a través de nuestro Equipo de Calle y empieza a venir al Centro de Día para Personas sin Hogar. Poco después, entra en el CAI, donde, como residente, se lleva a cabo un trabajo integral con él: poniendo orden administrativo en su vida y orden en su cabeza, con atención psicológica y medicación adecuada a su enfermedad.
Con el tratamiento correcto, Juan se convierte en una persona sonriente, humilde y siempre predispuesto a trabajar. Medicado, empieza a vivir con normalidad y sale del CAI para ir a una vivienda compartida.
A día de hoy, Juan está plenamente integrado en la sociedad y su enfermedad mental está tratada y vigilada. Sigue viniendo al CAI, todos los días, como voluntario, para cuidar de la granja como hacía cuando vivía allí.
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