Los datos económicos españoles de este año revelan que aunque han aumentado los contratos indefinidos aún queda camino para reducir la precariedad laboral que afecta especialmente a jóvenes y mujeres. Estos perfiles de población sufren incertidumbre y falta de garantía en las condiciones de trabajo. Este hecho, según estudios de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ha derivado en un aumento de pacientes con afecciones sobre su salud mental (ansiedad, depresión…) que deben acceder a a terapias por problemas derivados de la precariedad laboral.
Por ello, desde Cáritas apostamos por el acceso a un empleo digno y en unas condiciones salariales adecuadas que dignifiquen a la persona y evite problemas de salud mental.
- Apostamos por un nuevo sistema productivo, capaz de generar empleos con alto valor añadido y que ponga a la persona en el centro.
- Lograr el reconocimiento social y laboral de los empleos esenciales para la vida y que estos tengan unas condiciones laborales dignas que permitan a las personas salir de la pobreza.
- Reconocer el derecho a la protección social sin que esté supeditado a la vida laboral.
- Garantizar que el ingreso mínimo vital sea una realidad para las personas que lo necesitan, dotando a las instituciones de los recursos necesarios para su gestión.
- Asegurar la percepción del subsidio extraordinario a las trabajadoras de hogar y que se reconozca su derecho a la prestación por desempleo al igual que para el resto de personas trabajadoras.
Con motivo de la celebración de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, recordamos las palabras del Papa Francisco sobre el trabajo y su centralidad para la vida de las personas: “no hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo. El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de derechos laborales no son inevitables, son resultado de una previa opción social, de un sistema económico que pone los beneficios por encima de la persona”.